Las teteras de hierro fundido tienen su origen en la antigua China. Anteriormente a su invención, los chinos preparaban el té en agua hirviendo y recipientes destapados así que se hizo necesario crear un recipiente cerrado para dejar las hojas de té infusionadas en agua caliente.
En el siglo XVII, su invento se exportó a Japón, donde se las conoce como tetsubin. Y un siglo más tarde a Europa, conviertiéndose en un utensilio básico en la ceremonia del té y un símbolo de la fortaleza y la unidad del mundo.